Soy la roca, el agua de paso que recalienta la atmósfera.
Caminamos desnudos como colgados de aquellos sueños que fueron tejidos sobre el listón petulante de la vía láctea. Aborrecemos las mañanas en que la migraña nos inunda con su fétida podredumbre de espantapájaros. Soy el destello tatuado en tu centro.
¿No recuerdas, acaso, fumar las estrellas cuando el campo era tu esencia y la gente desfilaba por callejuelas apagadas de misterios? Soy el cencerro de oro que suena cada vez que tus pensamientos aborrecen la lejanía de ser ese hombre de puños cerrados, que muerde pedacitos de vida en la alfombra nupcial de los espantos.
Caminamos agotados por nuestros errores, buscando culpables. Soy la roca, la espesa longitud de tus líneas, ese irse y venir, esa falta de estabilidad emocional trastabillando en tus oídos. “¿Qué es el sol?”, me preguntas, amado. No sé, sólo sé que prefiero la luna, la oscuridad taciturna de las luciérnagas.
Soy la roca, la falacia de los mejores argumentos. Amanezco pisoteada de hombres que no conocen más que hacer daño a sus amuletos. El tiempo es magma y yo soy todo: savia y cuerpo. Escritura ilegible con sed de silencio.
Caminamos desnudos como colgados de aquellos sueños que fueron tejidos sobre el listón petulante de la vía láctea. Aborrecemos las mañanas en que la migraña nos inunda con su fétida podredumbre de espantapájaros. Soy el destello tatuado en tu centro.
¿No recuerdas, acaso, fumar las estrellas cuando el campo era tu esencia y la gente desfilaba por callejuelas apagadas de misterios? Soy el cencerro de oro que suena cada vez que tus pensamientos aborrecen la lejanía de ser ese hombre de puños cerrados, que muerde pedacitos de vida en la alfombra nupcial de los espantos.
Caminamos agotados por nuestros errores, buscando culpables. Soy la roca, la espesa longitud de tus líneas, ese irse y venir, esa falta de estabilidad emocional trastabillando en tus oídos. “¿Qué es el sol?”, me preguntas, amado. No sé, sólo sé que prefiero la luna, la oscuridad taciturna de las luciérnagas.
Soy la roca, la falacia de los mejores argumentos. Amanezco pisoteada de hombres que no conocen más que hacer daño a sus amuletos. El tiempo es magma y yo soy todo: savia y cuerpo. Escritura ilegible con sed de silencio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario