jueves, marzo 26, 2020

Esperanza


Hay un grito de libertad en el gatillo del que jala tu ausencia,
una puerta de cristal nos separa para enseñarnos la fuerza de esta guerra,
una palabra amiga que se resbala desde el fondo del espejo,
y pudo soñar de nuevo que estamos venciendo

lunes, marzo 23, 2020

Amelia (dedicado a todas las heroínas anónimas que se encuentran en cuarentena)


Existía un dejo de libertad en su estructura, en su dejarse ir. Apenas la nostalgia la embriagaba como embriagan los perfumes fuertes, se aferraba casi con locura a aquel recuerdo que nunca la abandonaría. Amelia era así. Distante, indiferente, apacible, demasiado sensible para algunas cuestiones, demasiado filosa para otras. A veces incomprendida, otras admirada. Pero nunca jamás ajena. Entendía el arte de esconderse más allá de los espejos, de esconder su voz, esa voz tan perfecta y tan pequeña. Amelia no comprendía mucho a quienes la rodeaban. Su destino se había convertido en una cárcel de pétalos perfumados y de dardos que se clavan al final del ocaso. Escribir detrás de la ventana como quien espera que pase una pandemia; he ahí su máxima revolución. Sobrevivir la cuarentena era casi una obligación. Pero a veces los finales felices no vienen con los mejores cuentos. El desenlace incierto de este relato nos lleva a preguntarnos: ¿si Amelia superó el aislamiento? Quizás en semanas o meses tengamos alguna respuesta. Por ahora, brindemos por Amelia y por todas las mujeres que sobrellevan la cuarentena de la mejor manera.

La envidia

 Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...