domingo, diciembre 04, 2005

Peligrosamente melancólica

Soy yo, la dama de cobre. ¿Me ven? Respiro, muevo mis manos. Ahora gesticulo como una gran actriz a punto de terminar la función. No siento nada, en este momento ganas de nada. Sólo de salir corriendo.

Vuelan pájaros en mi memoria. Me siento asfixiada por tanta transformación. Anoto en mi cuaderno cuánto como por día. ¡Magnífica forma de mantener la línea! En cada verso, desgrano poesía y nadie del otro lado del espejo para indicarme cómo.

Suena el teléfono. Es mi madre. Hablamos, somos libres en nuestras apreciaciones cotidianas. La libertad es un número que se marca y un hola que se devuelve. Mi perro ladra en alguna parte del campo y otro perro lo persigue.

Lejos la tiranía del despertador. Igual siempre amanezco temprano, excesivamente temprano y abuso del café como una droga. La cafeína me calma, me cura y me devuelve a la realidad nuestra de cada día. Mañana seremos más felices, escribiremos en hojas sueltas algunos números y echaremos murciélagos a volar.

4 de diciembre de 2005.-

1 comentario:

sa dijo...
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