domingo, diciembre 25, 2005

Infinita

Encendí mi mirada,
apenas cubierta
de plumas.

¡Oh enferma!

No sabes cuánto
he necesitado
tu voz,
tus manos,
y esa necesidad
de saberte única.

Aquí estoy,
con las mismas certezas,
con las mismas dudas,
sin poder discernir
cuánto abarco.

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La envidia

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