domingo, diciembre 11, 2005

Extranjera

Cuando venga a buscarme,
díganle:
“Se ha mudado”.
Oliverio Girando


La soledad de este país se maquilla de girasoles blancos, de margaritas asomando a la azotea, o tal vez sea la incongruencia del dolor mitigada por la tarde o por el anochecer de tu cuerpo.

¿Quién sabe que temprana actitud o qué destello aguarda bajo tu piel imperfecta, bajo el rasguño silente de tus pezones, de tus dedos mancillados por el viento o, tal vez sólo se trate de alguna enfermedad en busca de su nombre?

Dicen que a tu tierra no llegan los barcos y que tampoco nevará en septiembre ni en primavera. La otra mujer, la que oxigena tus huesos, la que corroe tu carne, ronda fantasmas, atenta, acechando.

A veces sólo son pájaros dormidos, un páramo de narices frías o la sonrisa aún inmadura que, sin embargo, delata el paso del tiempo. A veces sólo se trata de reinventar noches y de supurar falsos dioses de este lado de la cama.

¿Acaso fuiste invitada a dialogar con tu sombra, a cerrar todas las ventanas? Quizás sea el momento de parir tu alma en cuotas, para que comprendan la injusta necesidad de ser extranjera en tu propia tierra.

2 comentarios:

Jorge Alberdi dijo...

Feliz Cumple atrasado!!!

Isabel Bertossi dijo...

:) ¡Muchas gracias!

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