viernes, diciembre 16, 2005

Las pequeñas cosas

Mañana, cena en mi casa. Despedida de fin de año. Platos plásticos navideños. (¡Qué grasa! Pero todo sea para tener que trabajar un poquito menos para este tipo de reuniones.) La última vez, la de mi cumpleaños, me pasé día y medio preparando para un ejército. Limpiando, lavando, ordenando, sirviendo.

Esta vez pienso simplificar al máximo, sin perder el glamour, por supuesto, jajaja, como la lady que soy cada vez que invitó gente a comer. Me gusta que los amigos/as se vayan con la panza y “el corazón contento, lleno de alegría”, como cantaba y canta Palito. Creo que todavía sigue robando con esa canción.

Escribir estas pavadas es una buena terapia, sin perder la calma y abandonar al triste personaje literario que intenta ser “Isabel Bertossi”. Quizás en este tipo de comentarios aparece la verdadera Isabel, porque la vida, estimados amigos, está en los pequeños detalles. A veces siento pena y vergüenza por esa Isabel que escribe poemas, bordeando el fino límite de las cosas.

Leí en un blog que a los lectores no les interesa nuestra mediocre cotidianidad. Yo pienso que si, siempre y cuando el texto esté bien escrito. A la gente le gusta husmear y conocer vidas ajenas. Y yo, tengo una Isabel altamente burda y superficial, quien ama el chisme, las telenovelas cursis, las cosas bonitas pero inservibles y la cumbia en los casamientos.

7 comentarios:

IOVocacional dijo...

En la cotidianeidad se esconden, o mas bien se muestra, todas las grandezas que tiene la vida... es el día a día el verdadero espacio donde ocurren o dejan de ocurrir las cosas más importantes...
Me quedo con tu frase "escribir estas pavadas es una buena terapia", que en chilenismo puro sonaría "escribir estas wevadas es una buena terapia"... pues en un blog ajeno leí alguna vez el concepto de "escritoterapia", algo que como futuro psicólogo me dejó pensativo... y que me llevaría a replantear el famoso dicho de Descartes para fundar un "escribo, luego existo"

Un abrazo

Lucas Centurión dijo...

=)

entre bordeando el fino limite de las cosas y la cumbia en los casamientos no sé con que quedarme... me encanto el post... fue como llegar a casa un dia y tirarse en el sillon...


o algo asi...

Isabel Bertossi dijo...

menzo: Si no me falla la memoria, creo que Alejandra Pizarnik dice en algún pasaje de sus diarios que al escribir, es. La palabra, “webon” que usan en tu país siempre me causo gracia.

Hablando de la escritorterapia, no sé si tendrá que ver con esto, pero hace como tres años compré el libro de una psiquiatra norteamericana que proponía ejercicios creativos para hacer en un diario personal como forma de ir liberando y entendiendo los problemas de cada uno. No sé si este concepto tendrá que ver con eso que decís. ¿En qué blog leíste ese término? Si bien no seré futura psicóloga, también me interesa el tema.

Saludos cordiales.

Isabel Bertossi dijo...

espartako: Te respondí en tu blog. :) Saludos.

Isabel Bertossi dijo...

Gracias, Lucas, es una de las mejores cosas que me dijeron en relación a mi escritura, aunque el texto no sea precisamente literario. Escribir prosa me cuesta un “parto y medio”. Un cordial saludo.

Raul Lilloy dijo...

Lo cotidiano es la salsa de tomate de la vida, bueno nó, depende, es muy bonito lo que contás, eso de los platos de plástico, me trajo una nostalgia de Argentina, como los sanguches de miga que aquí en Almería me he vuelto loco y no los encuentro. Aquí parece haber el síndrome de -fuimos muy pobres- entonces el sanguche de miga -que son mi perdición- es un símbolo de la escases y por lo tanto de las hambrunas que hubo en España.
Por favor si sobran sanguches de miga enviame uno por correo, lo sabré valorar.

Isabel Bertossi dijo...

Hola, Raúl ¿qué tal? Un gusto tenerte por acá. No sé si lo que cuento es bonito o no, pero si real. Lástima que no puedas comer sándwiches de miga. A mi me gustan mucho los carlitos, como se les dice en Rosario. Es el tostado de jamón y queso con salsa ketchup. Espero que puedas encontrar tus sándwiches y comerte aunque sea uno. Ja

En cuanto a las pequeñas cosas, yo creo que son la sal de la vida. Si uno se fija, esas pequeñas cosas son las más bonitas. Las cosas importantes pasan pocas veces, me parece, y ahí acaban, aunque yo creo que las personas nos pasamos la vida trabajando para que ocurran esas “grandes cosas”.

Cambiando de tema, la mesa, a pesar de tener platos plásticos navideños, me quedo muy bien. Ya que la arreglé con adornos y objetos alusivos. Hasta las servilletas eran navideñas, ja.

Te deseo un excelente comienzo de año. Saludos cordiales.

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