Una fuerte lluvia murió en mí.
Estas manos conocieron su dolor.
Su ultraje de agua se vació tan adentro
que pude comprender con ojos líquidos
cual cercana nos hallábamos una de otra.
Aquellas gotas obsequiaban sus eclipses,
ese estar en ninguna parte me adoraba en silencio.
Una voz de mujer ausente le pertenecía,
era yo disfrazada de tormenta llorándome
como un niño en la noche.
Y nuevamente sus manos para abrazarme
en una distancia perfectamente olvidable.
Estas manos conocieron su dolor.
Su ultraje de agua se vació tan adentro
que pude comprender con ojos líquidos
cual cercana nos hallábamos una de otra.
Aquellas gotas obsequiaban sus eclipses,
ese estar en ninguna parte me adoraba en silencio.
Una voz de mujer ausente le pertenecía,
era yo disfrazada de tormenta llorándome
como un niño en la noche.
Y nuevamente sus manos para abrazarme
en una distancia perfectamente olvidable.
2 comentarios:
Mis respetos a tus dedos. Que bonita sinfonía al compás del tiki tic del teclado y de tu mouse.
Imagino una danza de finas figuras con tutú y mallas cuando leo lo que salpican tus dedos.
Mis mas sinceros respetos.
Muchísimas gracias, pini. Este poema para mí es especial porque tiene que ver con cierto estado de ánimo, je. :)
Un abrazo.
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