jueves, enero 12, 2006

Esa mujer

El pequeño aliento de nacer.
Otra vez la piedra,
otra vez el mar
que no guarda sentido.

¿Cómo ser esa que arrastra cadenas
bajo llaves más pesadas que sus brazos?

Buscaste tu mano sobre algunos ángeles
que no hablaban tu idioma
y te miraron como una criatura
que apenas roza los treinta.

No morder la tierra bajo tus pies
se vuelve extrañamente lejano.

Y no sos más que esa
perfecta combinación de versos,
hundidos a tu espalda.

Otra vez el mar,
imperceptible,
golpeará la puerta.

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