Semanas atrás les propuse a los lectores de este blog hablar de nuestros comienzos literarios. Jesús Huerta, autor de la novela “El pintor de haikus” (http://elpintordehaikus.blogspot.com/), nos dice:
“Es curiosa esta pregunta, hasta hace poco tiempo no me lo había nunca planteado, era algo consustancial a mi propio desarrollo como ser humano, pero desde que se ha publicado la novela es una pregunta frecuente. Para contestar al sentido literal de la pregunta, contaré algo de mi infancia. Nací bajo el sonido de las teclas de una vieja Oliveti y rodeado de una gran biblioteca. Mi padre que era médico en Ciudad Rodrigo, también era director y único periodista, de un semanario de 6 páginas. Imaginar como se pueden llenar seis páginas de noticias, de un pueblo de diez mil habitantes, donde nunca o casi nunca ocurría nada, es llegar a la conclusión de que el citado periodista se las tenía que ingeniar escribiendo artículos mas o menos literarios, relatos cortos, versos, pregones de fiestas etc., para poder cerrar la edición semanal. Y ahí es donde yo intervengo muy de vez en cuando como lo que yo llamo "escritor de relleno" pues a veces, cuando le quedaba alguna columna o rinconcito vacío, por agotamiento, mi padre me facilitaba el espacio para dar rienda suelta a mi creatividad. De esa forma publiqué algunos pequeños relatos y poemas. Desde entonces no he dejado de escribir. Posteriormente pasé una etapa más intimista, donde solo escribía para mi novia (que por cierto, sigue siendo mi novia y guarda todos mis poemas y relatos). Unos años después, lo hice un poco más públicamente, a raíz de ganar un premio literario de cuentos, patrocinado por el Colegio de Médicos de Girona. Y de ahí, hasta nuestro días…
Actualmente acaba de salir a la calle mi primera novela "El pintor de haikus", que la terminé hace siete años y ha tenido que pasar la travesía del desierto. Tengo terminada otra novela "Espinas de acacia" y estoy escribiendo la tercera”.
“Es curiosa esta pregunta, hasta hace poco tiempo no me lo había nunca planteado, era algo consustancial a mi propio desarrollo como ser humano, pero desde que se ha publicado la novela es una pregunta frecuente. Para contestar al sentido literal de la pregunta, contaré algo de mi infancia. Nací bajo el sonido de las teclas de una vieja Oliveti y rodeado de una gran biblioteca. Mi padre que era médico en Ciudad Rodrigo, también era director y único periodista, de un semanario de 6 páginas. Imaginar como se pueden llenar seis páginas de noticias, de un pueblo de diez mil habitantes, donde nunca o casi nunca ocurría nada, es llegar a la conclusión de que el citado periodista se las tenía que ingeniar escribiendo artículos mas o menos literarios, relatos cortos, versos, pregones de fiestas etc., para poder cerrar la edición semanal. Y ahí es donde yo intervengo muy de vez en cuando como lo que yo llamo "escritor de relleno" pues a veces, cuando le quedaba alguna columna o rinconcito vacío, por agotamiento, mi padre me facilitaba el espacio para dar rienda suelta a mi creatividad. De esa forma publiqué algunos pequeños relatos y poemas. Desde entonces no he dejado de escribir. Posteriormente pasé una etapa más intimista, donde solo escribía para mi novia (que por cierto, sigue siendo mi novia y guarda todos mis poemas y relatos). Unos años después, lo hice un poco más públicamente, a raíz de ganar un premio literario de cuentos, patrocinado por el Colegio de Médicos de Girona. Y de ahí, hasta nuestro días…
Actualmente acaba de salir a la calle mi primera novela "El pintor de haikus", que la terminé hace siete años y ha tenido que pasar la travesía del desierto. Tengo terminada otra novela "Espinas de acacia" y estoy escribiendo la tercera”.
3 comentarios:
¡Muchísimas gracias, Jesús, y el mayor de los éxitos con tu novela! Quiero agregar que me ha gustado mucho tu historia y ese empujón que te dio tu papá en tus primeros años, escribiendo en su periódico.
Gracias Isabel, la verdad es que en aquel momento no lo supe valorar, para mí había que ayudar en los "trabajos de casa". Añadiré además, que todos los sábados por la tarde ayudaba a mis padres, junto con mis cuatro hermanos menores, a "doblar" el periódico. Doblar consistían en doblarlo físicamente en cuatro partes, para ponerle etiquetas que pegábamos con un pincel untado en engrudo (mezcla de harina y agua) y posteriormente un sello de correos, para aquellos periódicos que se enviaban a suscriptores del pueblo que vivían fuera, a causa de la emigración, hablo de los años 50. Doblar el periódico era peor que escribir y sobre todo mucho más aburrido, porque había que hacerlo los sábados por la tarde, todos sentados en torno a una mesa camilla con un brasero de carbón para calentarnos en los meses de invierno.
Te adjunto como comentario, esta parte más humana a la historia de mis comienzos, pues creo que también tiene su gracia.
Un abrazo.
Seguro que si. Gracias, Jesús, por comentarla.
Un cordial saludo.
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