Me pierdo en una elección de trenes mágicos. Me pierdo y escribo en el silencio más absoluto. No más golpes ni tristezas alumbrando el atardecer. Solamente vos y un piano sonando en el río.
Así la tarde se desnuda de seres imaginarios y nos llevan de la mano a su castillo musical. Allí no habita la mujer de cobre, el hombre de vidrio, simplemente alguna melodía se queda rayada, haciéndole el amor a este poema apenas trágico, apenas mío.
Vos tenes la culpa de todos mis cadáveres.
Así la tarde se desnuda de seres imaginarios y nos llevan de la mano a su castillo musical. Allí no habita la mujer de cobre, el hombre de vidrio, simplemente alguna melodía se queda rayada, haciéndole el amor a este poema apenas trágico, apenas mío.
Vos tenes la culpa de todos mis cadáveres.
2 comentarios:
Las notas de un piano cayendo como agua cristalina, igual que se desliza el río sobre las piedras una imagen encantadora
Saludos Isabel
¡Muchas gracias, lety!
Un fuerte abrazo.
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