Me llamo. Me llaman. En cada nota musical te estoy llamando. Pero ¿no ves que mi llamado repica de tal manera, imperceptible, inabarcable? Me olvido de romper los tímpanos en los armarios y se repite el llamado, la llama, la danza de timbres. Murmura tu voz como una noche de luciérnagas y grita tu lengua éste llamado de Cenicientas y mujeres de polvo y estrellas.
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