El 16 de diciembre del año pasado escribí: “Los percibo venir desde mi soledad de cuervos, desde mi anestesiada soledad vestida de gris y blanco. Bajo su rayo, una mano haciéndome carne y verbo. Como si escribir fuera un acto sagrado. Sensación de romperse, de no saber nada de cuentos”.
Hoy pienso que lejana y absurda es encontrarse escribiendo un diario poético cuando la vida es prosa, es ir hilvanando historias, cociendo personajes. La vida es movimiento. La poesía es estática, es una foto carnet en la que salimos con la peor cara, sacando afuera “eso que nos mata”.
La poesía es una cadena al cuello. Los poetas, seres torturados.
Hoy pienso que lejana y absurda es encontrarse escribiendo un diario poético cuando la vida es prosa, es ir hilvanando historias, cociendo personajes. La vida es movimiento. La poesía es estática, es una foto carnet en la que salimos con la peor cara, sacando afuera “eso que nos mata”.
La poesía es una cadena al cuello. Los poetas, seres torturados.
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