Vuelve la mirada y observa. Se sabe en silencio. Perfecto. No más ruidos. No más gritos. Su atención requiere mutismo. Entonces el hombre disfrazado de estatua se sube al banquito y permanece inmóvil. Al cabo de dos horas y media, ha juntado tres pesos. Suficiente para un cortado y dos medialunas.
domingo, abril 02, 2006
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La envidia
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