Luego de vestirme, salgo a la calle, quede con Andrés en encontrarme a las ocho en el bar de la esquina. Entro al tugurio. Me fijo en la clientela. Unos pocos hombres mirando el partido por televisión. Andrés no ha llegado.
Me siento cerca de la ventana, pido un café y miro el reloj. Ocho y cuarto. Extraño de Andrés hacerme esperar. Ayer me llamó desesperado. Quería verme.
El mozo me alcanza el cortado. Busco un cigarrillo en mi cartera, pero recuerdo que está prohibido fumar. ¡Malditas ordenanzas municipales! Con lo bien que se siente una fumando mientras espera al amante de turno.
Miro nuevamente el reloj. El partido sigue cero a cero. En el bar apenas se habla. Pasan dos mujeres tomadas de la mano. Me sorprende su actitud, siendo esta una ciudad tan conservadora, tan puertas adentro.
Nos guste o no Buenos Aires nos lleva años de ventaja, por más que muchos digan que Rosario no tiene nada que envidiarle. Andrés no viene. Su tardanza comienza a preocuparme. Él es asquerosamente puntual.
Pobre, Andrés, pienso, con su vieja enferma y su mujer recién operada de cáncer. Le quitaron un pecho. Tal vez por eso me prefiere a mí, porque tengo dos tetas. Dos tetas y nunca me quejo.
Me siento cerca de la ventana, pido un café y miro el reloj. Ocho y cuarto. Extraño de Andrés hacerme esperar. Ayer me llamó desesperado. Quería verme.
El mozo me alcanza el cortado. Busco un cigarrillo en mi cartera, pero recuerdo que está prohibido fumar. ¡Malditas ordenanzas municipales! Con lo bien que se siente una fumando mientras espera al amante de turno.
Miro nuevamente el reloj. El partido sigue cero a cero. En el bar apenas se habla. Pasan dos mujeres tomadas de la mano. Me sorprende su actitud, siendo esta una ciudad tan conservadora, tan puertas adentro.
Nos guste o no Buenos Aires nos lleva años de ventaja, por más que muchos digan que Rosario no tiene nada que envidiarle. Andrés no viene. Su tardanza comienza a preocuparme. Él es asquerosamente puntual.
Pobre, Andrés, pienso, con su vieja enferma y su mujer recién operada de cáncer. Le quitaron un pecho. Tal vez por eso me prefiere a mí, porque tengo dos tetas. Dos tetas y nunca me quejo.
8 comentarios:
que graciosa puede ser la crueldad, de vez en cuando.
¿o casi siempre?
¿Tanto te gusta que aceptas que solo le gustas por que tienes dos tetas y no una? Cuantas mujeres mendigan el amor de los hombres a costa de su propia degradacion y todavia dicen !Pobre....! lo esta pasando tan mal. y de ser cruel con alguien lo es consigo misma.
Wow!
No se qué me pasó con tu relato: porque me gustó y porque también me chocó... está bueno! es provocador...
Gracias!
Miguel
p.d.: No sé si es graciosa, mi intención era escribir un relato y caer en algo así como un absurdo. La verdad es que estoy practicando escribir en prosa, ya que me cuesta bastante. Por cierto, te reitero que me encanta tu blog. Gracias por tu lectura.
Hola, fortunata, ¿qué tal? Espero que bien. Andrés es simplemente un relato, es fantasía. No soy yo la protagonista y espero no tener que serlo. Mi novio es soltero. Me gusta la exclusividad. ;)
Me alegra tu reacción, porque por lo visto algo provoque en vos con este intento de relato. Como dije anteriormente, estoy practicando escribir en prosa, ya que me cuesta bastante. Te agradezco tu comentario. Un fuerte abrazo.
Gracias, Miguel, esa era la idea: que el lector reaccione.
Me interesa ser creíble escribiendo. ¿Es la primera vez que te veo por acá, cierto?
Un abrazo.
No soy Andrés.
Me gustó que dijeras que te cuesta escribir en prosa.
Bienvenida a mi larga lista de lecturas.
Muchas gracias, ramón. Bienvenido. :)
Un abrazo.
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