Se abre la necesidad de mí,
de no verme nunca más,
de gastarme en un poema
que aprenda a repetirse
hasta que se quemen las manos.
de no verme nunca más,
de gastarme en un poema
que aprenda a repetirse
hasta que se quemen las manos.
Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...
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