Te vestiste de blanco como las últimas noches. Confiando en su amor, la fuiste a buscar. Esperaste veinte, cuarenta minutos, una hora. Tu corazón devoraba el silencio con cada latido y supiste lo irremediable. Bertha ya no estaba.
jueves, abril 06, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
La envidia
Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...
-
Todos los paraguayos odian a Papá. Porque ese hombres es un demonio. Porque cuando suena la cumbia nadie la baila como él. Porque papá se co...
-
Sabes que inescrupulosamente deberías haber esperando. Total, todo se trata de soledad constante, continua, omnipresente. ¿Para qué hablar d...
-
No puedo continuar con la vida. No, no puedo. Cargada de tristeza, necesito rebelarme a la edad de los juguetes y buscar debajo de la cama e...
4 comentarios:
a todos nos va a llegar el momento en el cual Bertha, ya no esté.
es irremediable
Qué bello, qué entrañable y qué conmovedor!
Gracias por tus letras!!
P.D.Por cierto, también he escrito algo sobre esas esperas...
p.d. Espero que no me toque ser Bertha alguna vez e irme antes de que mi Bertho ya no esté entre nosotros.
Un abrazo.
Gracias, román. Prometo leerte.
Un abrazo.
Publicar un comentario