martes, abril 11, 2006

El loco


Cuando El loco llegó al pueblo nadie se imaginó que tiempo después quemaría parte del banco, el cine y la verdulería de Doña Rota. El loco era un tipo parco. Sus respuestas se limitaban a lo justo y necesario. Una palabra demás, hacia pensar que algo andaba mal. Cuando El loco subía el tono de voz, era mejor alejarse y quedarse en el molde. Una vez y de una sola piña le rompió cuatro dientes al Mario, el hijo del Tito, el dueño de la ferretería.

Después de trabajar cinco años como verdulero, la Rota lo despidió. Lo descubrió robándose dos pomelos, tres naranjas, cinco mandarinas y seis limones. Se ve que al hombre le gustaban los cítricos. Al día siguiente, El loco casi quema todo el pueblo. Nos salvo la lluvia, más precisamente la tormenta de Santa Rosa. Luego de eso no supimos más nada de él.

Algunos dicen que se mudó a la Pampa húmeda y otros a Misiones y que se gana la vida disfrazándose de Pombero en un parque nacional. Sin embargo la versión más creíble es que El loco estudió danzas modernas y le fue tan bien que abrió su propio instituto en la capital, cerquita del Obelisco.

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La envidia

 Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...