Tu lengua agujera la tristeza,
se filtra sin interrupciones
por este espacio invisible
que nos separa
Mientras el viento,
espera acurrucado a la sombra
que lo despierten los pájaros
de la mañana y un nuevo día
te nombra como si fueras una niña mala
Milagros y tus espejos de agua,
rostros que van dejando estrellas
en las huellas de un poema,
que nació huérfano de madre
Y las esporas de este cielo
se rompen sobre mi cabeza,
tu lengua agujera la tristeza
y sin permiso estira su cola
en mi corazón de plástico
Ya no quedan zapatitos en la casa,
paredes de humo y espejo,
donde baila la nostalgia
y tus manos que son arcos y flechas
apuntan desde hace tiempo
a otra parte
Y creo entenderte,
no quieres mujeres de sal
ni voces que te lloren,
buscas un lugar en el mundo
que no caduque como el amor
de una tarde
¿Pero qué será de mis temblores?
Si tu tristeza es lengua y cobre
que robaron aquellos
que más me conocen
y no me importa morir riendo
ni ser un ángel que cante
Apenas puedo deslumbrarme
ante la presencia tierna
de una mano que me ampute
la pena que flota sola
a esta hora,
en este cuarto
se filtra sin interrupciones
por este espacio invisible
que nos separa
Mientras el viento,
espera acurrucado a la sombra
que lo despierten los pájaros
de la mañana y un nuevo día
te nombra como si fueras una niña mala
Milagros y tus espejos de agua,
rostros que van dejando estrellas
en las huellas de un poema,
que nació huérfano de madre
Y las esporas de este cielo
se rompen sobre mi cabeza,
tu lengua agujera la tristeza
y sin permiso estira su cola
en mi corazón de plástico
Ya no quedan zapatitos en la casa,
paredes de humo y espejo,
donde baila la nostalgia
y tus manos que son arcos y flechas
apuntan desde hace tiempo
a otra parte
Y creo entenderte,
no quieres mujeres de sal
ni voces que te lloren,
buscas un lugar en el mundo
que no caduque como el amor
de una tarde
¿Pero qué será de mis temblores?
Si tu tristeza es lengua y cobre
que robaron aquellos
que más me conocen
y no me importa morir riendo
ni ser un ángel que cante
Apenas puedo deslumbrarme
ante la presencia tierna
de una mano que me ampute
la pena que flota sola
a esta hora,
en este cuarto
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