domingo, diciembre 17, 2006

Matilda

Matilda se estira frente al espejo, apenas percibe las manchas rosáceas que le han salido en el muslo de la pierna izquierda. Decide no darle importancia al tema de las manchas, está demasiado ocupada pensando en que esta noche su madre y el nuevo novio de su madre irán a cenar a su casa, que más que un hogar se parece a un bunker de la Segunda Guerra Mundial.

Matilda no se ha casado, tiene treinta años y todavía sueña con su príncipe azul. Consume café en grandes cantidades y escribe poemas, que a veces considera buenos, en su blog de poesía bajo un nombre falso. Lo buena de estas épocas es que cualquiera que tenga una computadora y acceso a Internet puede creerse escritor.

A estas alturas, la vida debería ser más sencilla para las mujeres de tres décadas. Sin embargo “ser una solterona” es sinónimo de vieja y amargada, por más que tengas un amante diferente casi todas las noches.

Matilda no es fea y lo sabe… Por cuestiones personales y momentáneas, aquí termina esta historia de mujeres de treinta en estado de desesperación. Aclaro que todavía no me he convertido en Matilda, aunque tengamos algunas cosas en común.

Saludos a quienes han leído este primer borrador de Matilda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...y esto? ja

es tu blog, podes subir cualquier cosa y bien claro lo dejaste aca

Isabel Bertossi dijo...

jajajajaja, esto es parte de la novela que ganará el próximo Premio Clarín. :-) Es broma, por supuesto. Esto es un borrador muy patético de algo que ni yo se que era, para resumir este es otro más de mis intentos fallidos de prosa o relatos.

La envidia

 Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...