domingo, diciembre 24, 2006

A los constantes amadores de la pena

aquí sentada,
donde la tristeza
se parece al olvido
y la cabeza carga
con demasiada culpa,
con demasiada lágrima
para seguir sonriendo,
tantas historias enganchadas
al costado de la pena
para seguir contando
que el dolor no es ajeno,
que quizás nunca he querido
y entonces como un perro rabioso
que ladra en medio de la noche
me persiguen tus recuerdos
tu voz profunda
se me sube al lama
y me grita:
salí del encierro,
vení conmigo

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