Las palabras, preciosos abanicos arrojados al mar de la memoria, recuerdan que los cuerpos pueden flotar entre poemas (signos) sin alterar nada de su sustancia, siendo como el naufrago que jamás se salva de la imborrable necesidad del lenguaje.
lunes, noviembre 14, 2005
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La envidia
Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...
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2 comentarios:
Hermosas imágenes, y es que la palabra puede ser y es tan diferente como diferente es cada ser.
Gracias por compartirlas
Gracias a vos, lety, por tu paso.
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