He vuelto de un viaje gastando la novena luna sobre mi cabeza y en el descender inhóspito del cuerpo sobre la mente dejé un amanecer de flores secas como la muerte y una mujer de nombre impronunciable me recordó la felicidad:
-Aún no naciste entre estrellas.
Y la noche me sonrío desde su vientre, como una madre de leche amantando a un niño llamado Yo.
-Aún no naciste entre estrellas.
Y la noche me sonrío desde su vientre, como una madre de leche amantando a un niño llamado Yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario