viernes, noviembre 11, 2005

Promesas

Que el viento sea esta mañana como el espejo de mi cuarto
y la ventana que me posee desde este séptimo piso me invente
una ciudad de marcos pintados, de gente absolutamente absurda,
de niños llorando en las esquinas y de mujeres adultas caminando.

Que la noche me provoque desde el cielo un si menor, un silencio
fantástico, la despedida del amor, la soledad de unos pies pequeños
luchando y el cansancio sea como un sol que me desgarra
desde mi edificio, desde mis sueños cubiertos de pájaros.

Que hoy sea un hoy para siempre, indeterminado,
y que bailen las relojes en un muro de flores,
en una ausencia impronunciable,
en el martillo del cambio.

Y desgarre la música una ilusión de atardecer,
un beso de río en la playa del mar, una esperanza
conteniendo todas las vocales de tu nombre.

Eso prometo, hoy, en donde apenas
comienzo a despertarme.

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La envidia

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