viernes, noviembre 11, 2005

Se nos muere la vida

Se nos muere la vida, madre,
con su olor a vainillas
y su orégano de mujer adulta.
Se nos muere la muerte, madre,
en aquellas tardes en que el sol te cubre
como una lapida marchita
y nadie queda, madre, nadie.
Se nos acaba la melancolía
como un frasquito de perfume
y la luz se suaviza de sombras.
Se está muriendo la vida,
pero no hay reclamos
ni congojas, madre,
simplemente se muere,
mirando hacia ninguna parte.
Ha muerto la vida, madre,
y no nos dejan correr a escondernos.
Y soy un pájaro roto, madre,
una cicatriz del viento
buscando su nido
en el último amanecer.
La vida es sorda, madre,
y mi corazón extremadamente
pequeño para verla partir.

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