martes, febrero 14, 2006

Día de los enamorados

Querido H.:

Estoy aquí, sentada, viendo como el amanecer consume las últimas horas de la noche. Afuera los árboles envejecen un poco más que ayer y la agonía del paisaje se funde en mi puño.

Pasan dos muchachas frente a mi balcón, sonriendo, cuchicheando. En la casa nada se mueve, sólo respiro tu nombre. A veces imagino el olor de tu perfume en la cocina o en el patio y tus grandes ojos mirándome, desorbitados, en el espejo.

En la radio suena bajito una canción romántica, de esas que te invitan a bailar de la mano. Su melodía es tan contagiosa como tu sonrisa, como tus ganas de vivir… ¡Tus ganas de vivir!

Quizás ahora estés durmiendo, soñando con ella, con ese futuro que yo no podía darte. ¿Seguís leyendo a Borges, tocando el piano? ¿Le hablas a ella de mí?

Es temprano y la lluvia amenaza desprenderse del cielo en cualquier momento. Alguien golpea con fuerza la puerta del vecino. Nadie responde. Sólo mi corazón para mantener silencios impronunciables y respuestas que nunca llegan.
Estoy sintiendo el viento en todo el cuerpo. Tengo los pies fríos como de costumbre y esa palidez que al principio te asustaba. Recuerdo tu primer regalo, rubor para mi blanco. Ha comenzado a llover y te extraño.

Afuera el agua desafía el tiempo absoluto de la mañana, quebrando el vuelo de los pájaros. El perro de la esquina se guarece debajo de un pequeño techo. Las gotas tamborilean tu ausencia, tu marcada ausencia.

Tal vez anuncien en las noticias que alguien se suicidó por amor y no te enteres. ¿Me querés todavía? ¿Te acordás de mi estrella? El sol entra en acción y yo desaparezco.

La luz me daña, me quema. Quiero llorar, perderme en un abandono total. Un coche se detiene enfrente de la casa. Baja un hombre de saco gris y compra el diario.

El reloj acusa las ocho. La ciudad se despereza encantada, chapoteando humedad en sus veredas. Mientras tanto yo me alejo de la ventana. La luz me daña y mis labios se endurecen.

Y aún así estoy aquí, pensándote, pronunciando tus versos, esperando que algún día seas capaz de unirte a mí para siempre.

Tuya siempre,
M.

18 comentarios:

sa dijo...

No hay mejor amor que el amor a vivir enamorado. A ese amor no lo afectan ni las tristezas ni el desengaño, ni las traiciones, ni los olvidos, ni las despedidas, ni las distancias. Inamovible amor de estar enamorada de vivir enamorada sin que nada ni nadie pueda hacer algo al respecto.

Anónimo dijo...

Gracias por tu correo invitándome a tu blog.
Me he paseado por ella, por tus pensamientos, por tus deseos, por tus sentimientos... Nos parecemos en muchas cosas.

Gracias y un beso.

Te pongo entre mis favoritos para volver siempre.

Oscar Pita Grandi dijo...

Isabel, no es sólo porque soy dado a los epistolarios que me ha agradado esta infidencia. Sucede que le has impreso el toque necesario para transmitirnos las desdichas y desasosiegos que discurrían aquel amanecer en las mientes de M. Tanto recuerdo que ya no entra en el cerebro, se vuelca sobre las páginas en donde se requería ver a H. El ritmo mismo y la ventana con su visión encajan de perilla. Mira, te gustaría leer, en caso no hayas hecho ya, QUERIDA SARA RINDHARTD (creo que está mal escrito el segundo apellido) de Francoise Sagán. Es una de mis favoritas y en esa novela mantiene una tensión con un ritmo que te gustará y con el que te sentirás hermanada desde el pasado.
Un abrazo y ten por seguro que caeré de vuelta por acá.

Gatito viejo dijo...

Gracias por tu invitación. Me ha gustado venir por aquí y descubrirte. He disfrutado mucho con lo que he leído tuyo. En adelante me gustará pasear por tus escritos. Saludos

Anónimo dijo...

Bonita visita. Recibí también tu invitación. Bienvenida a la blogosfera.

S. M. L. dijo...

Gracias, Isabel. Mucho sentimiento y dolor en tu recuerdo de H. Lo del anuncio del suicidio, tal vez, un poco exagerado o demasiado poético. O se suicida uno o no se suicida, pero no se anda anunciando al mundo entero un hecho así. En todo caso, yo aún sigo votando por la vida, porque escritos como el tuyo me demuestran día a día cuán bella e incomprensible es.

Anónimo dijo...

Que triste es amar cuando ya no te aman, saborear la hiel de amores marchitos cuando las mieles agrían la boca.
Preciosa carta, saluditos

Metaforica dijo...

gracias por invitarme.. me gusta mucho lo que escribes

zamorahernan / hzdedalus dijo...

El efímero habitante de ciudad que soy
ya no sufre por los devaneos del cielo
mis temores provienen del horizonte de tus ojos
cuando llueves en mí



Gracias por invitarme

Isabel Bertossi dijo...

Gracias, Samantha, por dejarme tus reflexiones sobre el amor. Seguro que nada mejor que vivir enamorado. :)
Un abrazo.

Isabel Bertossi dijo...

qts: Gracias por pasearte por el blog. Es una alegría que te haya gustado.
Un abrazo.

Isabel Bertossi dijo...

Muchas gracias, Oscar, especialmente por dejarme tu impresión sobre la carta. Para mí son muy importantes este tipo de comentarios, los cuales aprecio enormemente. Y gracias también por la recomendación del libro.

Un fuerte abrazo.

Isabel Bertossi dijo...

¡Gracias, gatito! Me alegra tu opinión. :)

Un abrazo.

Isabel Bertossi dijo...

Gracias, moon.tse. Aprecio tu bienvenida.
Un cordial saludo.

Isabel Bertossi dijo...

dr. vicius: En realidad, te comento una infidencia. En realidad M. no se suicida, ya estaba muerta. Lo cual demuestra que no he logrado explicar bien de qué iba la carta. Quizás es porque quité de la firma el saludo final, que era algo así como “Tuya siempre, tu novia muerta”. Evidentemente no he logrado ser clara con esta carta, así que me quedan pendientes futuras correcciones. De paso aprovecho para agradecerte tu comentario tan gentil. ¡Gracias!

Un abrazo.

Isabel Bertossi dijo...

Mil gracias, white. Me reconforta tu comentario.
Un beso.

Isabel Bertossi dijo...

Al contrario, gracias a vos, metaforica, por tus palabras.
Un abrazo.

Isabel Bertossi dijo...

Lindo poema, gracias dedalus.
Un abrazo.

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