El mismo bar de siempre, el de la suerte, ¿te acordas? Amuleto insolente de cafés y medialunas. ¡Cuántas veces acudimos a tu cita, corazón, para prolongar la mirada debajo de la ropa, para prolongar el sentimiento debajo de estos ojos! Una parada de taxis que anuncian volver y regresar es morirse de a poquito bajo el asfalto caliente de una ciudad que se alimenta de mujeres golondrina. Tormenta de una despedida congelada en un marco de abrazos. Me quedo con tu nombre atado a un mechón de pelo y con tu sonrisa bostezando en mis manos.
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