En mi mesa no
comen los jíbaros.
No, señor, no comen.
El bacanal de poesía
no tiene ojos ni pies
ni manos.
La cena comienza
con los tambores.
Usted sabe: cuerpos
desnudos al compás
de la persecución.
A veces, pienso
que todos somos
caníbales.
Los cuerpos
están tatuados
y desnudos,
especialmente,
desnudos.
Un jíbaro, atado
de pies y manos,
es colocado
en la mesa.
En mi mesa, no
comen los jíbaros.
No, señor, no comen:
los comemos.
comen los jíbaros.
No, señor, no comen.
El bacanal de poesía
no tiene ojos ni pies
ni manos.
La cena comienza
con los tambores.
Usted sabe: cuerpos
desnudos al compás
de la persecución.
A veces, pienso
que todos somos
caníbales.
Los cuerpos
están tatuados
y desnudos,
especialmente,
desnudos.
Un jíbaro, atado
de pies y manos,
es colocado
en la mesa.
En mi mesa, no
comen los jíbaros.
No, señor, no comen:
los comemos.
1 comentario:
Este texto es del 2002, cuando comencé a escribir. Yo sé que es una taradez, pero por algo me gusta. Quizás es porque todos tenemos un caníbal dentro o porque hay mucha gente desnuda. Vaya uno a saber el porqué de mi adicción a los poemas que no son poemas (¿antipoesía?).
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