En la intimidad del lenguaje, el pan es un yo poético soberanamente absurdo de sus silencios. Quizás el poeta sea algo así como un rey desnudo corriendo siempre tras la metáfora que alguien más inteligente que él pudo haber imaginado. No siempre se escribe lo que se quiere. A veces es cuestión de lanzarse exactamente hacia el mismo lugar pero con otros ojos.
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