Ya no hay violadores de tumbas –dijo Alejandra- ahora sólo quedan los saqueadores de sueños. Me pregunto cuántos principios lunares se necesitan para terminar con esa especie tan nefasta para la historia de la literatura. De pronto todo en el mundo se había vuelto de color rosa y nosotros, los poetas, necesitábamos un poco de color negro para escribir; tal vez un amor no correspondido o alguna tristeza de hojas secas y amarillas revoloteando en la ventana.
sábado, septiembre 23, 2006
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