sábado, septiembre 02, 2006

Reflexión sobre la suerte y el destino


¿Acaso alguien escribe a la sombra de sus versos, de sus tristes noches en donde una sola margarita es mejor compañía que un cajón de cien pétalos rosados?

A veces soy Ana Herminia, otras, una mujer mirando el suelo. Entonces invento con esa biografía o forma boba que tienen algunos de llamar a las cosas por su nombre. Llamar a las cosas por su nombre como si la vida fuera tan directa y llana como para creerse que algunas pasan porque tienen que pasar.

En esta seudo existencia que tenemos, la mayoría de las cosas dependen de la suerte, de la magia, del gualicho. Un brujo o un jugador de póquer sabe más de la vida que un neurocirujano. Es más fácil extirpar un corazón que romperse en lágrimas frente al espejo o ganar la lotería.

A esta hora en que mis dudas andan mordiendo el silencio, creo que todo se reduce a nada, a cero, a un simple zarpazo del destino, a una confabulación de las estrellas. ¿Para qué pensar en las causas y en las consecuencias cuando nunca sabemos a quien podemos encontrarnos a la vuelta de la esquina?

1 comentario:

Lucas Centurión dijo...

causas y consecuencias si.

suerte no.


bueno che, voy a dejar de escribirte pelotudeces por aca...


seguramente imprima tus textos y me haga un libro... Gracias =)

besos de nuevo.

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