Podría decirte que te quiero
si ese ruido tumbado en la escollera
no sumergiera el dolor del aire
y lo pusiera todo boca a bajo,
si no dejara extraño este pulso que asciende en mi garganta,
si no rompiera en dos las ganas de hablar
y se enfriara el agua
que a veces me tiende su mano de cerca.
Podría creer que es un día,
que acaso habrá que vestirse de rimas y sauces y esperar
ese sombrero de ala ancha que llega
de noche
porque es ella.
Podría avisarte de que, a veces,
ponen canciones en las esquinas,
pasan ciudades con bolsitos de nata...
porque tenemos ganas de reír
y, lo creamos o no,
somos eléctricos.
Somos sombras que chocan,
faros en las oscilaciones del salitre.
Blanco contra lo negro,
el instante del fuego saltando en las piernas,
un vendaval del aire,
una gota de congoja en los pies,
un infinito grito batiendo sus ramas
como palmas,
o dedos
en los ojos más ciegos del mundo.
Pilar García puerta
Enviado por letrasescondidas.net
si ese ruido tumbado en la escollera
no sumergiera el dolor del aire
y lo pusiera todo boca a bajo,
si no dejara extraño este pulso que asciende en mi garganta,
si no rompiera en dos las ganas de hablar
y se enfriara el agua
que a veces me tiende su mano de cerca.
Podría creer que es un día,
que acaso habrá que vestirse de rimas y sauces y esperar
ese sombrero de ala ancha que llega
de noche
porque es ella.
Podría avisarte de que, a veces,
ponen canciones en las esquinas,
pasan ciudades con bolsitos de nata...
porque tenemos ganas de reír
y, lo creamos o no,
somos eléctricos.
Somos sombras que chocan,
faros en las oscilaciones del salitre.
Blanco contra lo negro,
el instante del fuego saltando en las piernas,
un vendaval del aire,
una gota de congoja en los pies,
un infinito grito batiendo sus ramas
como palmas,
o dedos
en los ojos más ciegos del mundo.
Pilar García puerta
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