A veces pienso que la escritura es un músculo vivo haciéndole el amor a los fantasmas del cerebro. Nada más creíble que la propia historia contada desde los órganos del cuerpo. Creo en una religión personal en donde el vacío se cubre con poemas. La enfermedad es un lugar común que a esta hora y en este momento está al acecho.
A veces mis manos son dos versos y mi estomago, un cuento de final abierto. Mis pies recuerdan que la novela puede ser interminable mientras esto que soy es una búsqueda de la inmortalidad, de la utopía de creerse eterna cuando la verdad es otra: cada día de vida nos aproxima a la muerte. A esa muerta de la que siempre están hablando los poetas.
En cambio una obra literaria puede ser perdurable hasta que el mundo desaparezca. Por eso simplemente amo las palabras. Porque en ellas Dios está naciendo.
A veces mis manos son dos versos y mi estomago, un cuento de final abierto. Mis pies recuerdan que la novela puede ser interminable mientras esto que soy es una búsqueda de la inmortalidad, de la utopía de creerse eterna cuando la verdad es otra: cada día de vida nos aproxima a la muerte. A esa muerta de la que siempre están hablando los poetas.
En cambio una obra literaria puede ser perdurable hasta que el mundo desaparezca. Por eso simplemente amo las palabras. Porque en ellas Dios está naciendo.
2 comentarios:
...Concuerdo contigo en ese sentido de que la escritura ayuda a sobrevivir. No solamente nos forma, entretiene y relaciona en vida sino, incluso, después también... SALUDANDO:
LeeTamargo.-
Me alegra que concuerdes y que también que te guste tanto escribir. Gracias por tu comentario y un cordial saludo.
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