domingo, noviembre 05, 2006

La escritura como terapia del alma

Últimamente tengo un tic nervioso en un ojo. ¿A quién podría importarle? Creo que me estoy volviendo adicta a las somatizaciones y a las fobias. Algo me molesta y somatizo. Algo me enoja y somatizo. Sin embargo hay algo que subyace debajo de tanto síntoma inventado, de tanta autorreflexión, de tanto mirar para dentro, y son las ganas de escribir. Escribir es como encontrarse con lo más puro de uno, aunque esa pureza esté mal escrita y no sea precisamente literaria. Cuando escribís te desnudas, no es que te saques la ropa, sino que te vas limpiando de tanta basura que cargamos hasta encontrar lo verdaderamente humano que hay en cada uno de nosotros. Cuando escribo es cuando me siento más plena, más yo, más entera. Y eso es lo que importa ahora. Nada más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez se convierta en una hipocondriaca del texto. Eso le acerca seguro al escritor ideal.

Persista, pifie, escriba.

Isabel Bertossi dijo...

Gracias por tu apoyo. Siempre se trata de seguir: escribiendo, caminando, viviendo. Una vez me dijeron (con respecto a otro tema) que tanto intentaba algo (un objetivo en mi vida), que seguramente en algún momento lo iba a logar, y ahora estoy cerca de lograrlo. Así que si tengo algo de suerte y ayuda divina quizás algún día sea una escritora pasable. Por ahora, sólo somatizo, je.

Un cordial saludo.

La envidia

 Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...