Querida Roberta
(o como quieras llamarte):
Me enveneno en tus no-cartas, en tu indiferencia pintada de buenas costumbres. ¿Me queres? Parece que no, que te ahogas de prepotencias inútiles, de viajes mentales, de paciencia, de una aire de princesa húngara ignorándome. Vos sabes que te quiero casi como una loca, existencia de alas imposibles.
Te pregunto si pensas en mí, aunque sea para odiarme. Parece que no. Perdóname, estoy en otra órbita, escribo poemas en un libretita blanca de tapas duras comprada en la Feria del Libro en Buenos Aires. A veces recuerdo tu sombra, que duele más que tu ausencia.
La ciudad ya no me aguanta. Lo presiento. El río me mira como si tuviera sarna y los perros de la calle se escapan de mí, salvo Tuqui, el mestizo abandonado cerca de la Plaza Sarmiento. Tuqui y su corazón de hadas más buenas que la leche Nido.
Escucho una conversación nocturna. Hablo con las plantas, las paredes. Me dicen que estoy agotada de tanta nostalgia guardada en frasquitos de colores. ¿Pero quién sabe si alguna vez me miras? Mientras tanto sigo con mi amor de palabras y versos que fracturan mi sentido del ritmo.
Oh, si vos, la otra me quisiera, seríamos una. Pero estoy tan sola, tan mitad buscando el todo. Roberta, grita desde tu rincón, te pido. No tengo tanto tiempo para esperarte surgir del lado más amable del espejo. Roberta grita, te pido, que alguna vez estuviste allí.
Rosario, escrito en alguna fecha poco importante.
(o como quieras llamarte):
Me enveneno en tus no-cartas, en tu indiferencia pintada de buenas costumbres. ¿Me queres? Parece que no, que te ahogas de prepotencias inútiles, de viajes mentales, de paciencia, de una aire de princesa húngara ignorándome. Vos sabes que te quiero casi como una loca, existencia de alas imposibles.
Te pregunto si pensas en mí, aunque sea para odiarme. Parece que no. Perdóname, estoy en otra órbita, escribo poemas en un libretita blanca de tapas duras comprada en la Feria del Libro en Buenos Aires. A veces recuerdo tu sombra, que duele más que tu ausencia.
La ciudad ya no me aguanta. Lo presiento. El río me mira como si tuviera sarna y los perros de la calle se escapan de mí, salvo Tuqui, el mestizo abandonado cerca de la Plaza Sarmiento. Tuqui y su corazón de hadas más buenas que la leche Nido.
Escucho una conversación nocturna. Hablo con las plantas, las paredes. Me dicen que estoy agotada de tanta nostalgia guardada en frasquitos de colores. ¿Pero quién sabe si alguna vez me miras? Mientras tanto sigo con mi amor de palabras y versos que fracturan mi sentido del ritmo.
Oh, si vos, la otra me quisiera, seríamos una. Pero estoy tan sola, tan mitad buscando el todo. Roberta, grita desde tu rincón, te pido. No tengo tanto tiempo para esperarte surgir del lado más amable del espejo. Roberta grita, te pido, que alguna vez estuviste allí.
Rosario, escrito en alguna fecha poco importante.
4 comentarios:
Aclaraciones: Tuqui existe, es un perro mestizo, chiquito que encontramos con mi novio. Además el sábado 6 estuve en la Feria del Libro en Buenos Aires, donde compré una libretita blanca de tapas duras.
¿Y Roberta? Roberta suena a posibilidad, a juego de espejos, a esa parte en donde sólo charlan la intimidad y un proyecto de mí envuelto en carencias de lluvia, muecas de olvido, de nunca-más y figuritas de colección. Pero quién siempre tiene la palabra es el lector, sólo el imaginará correctamente a Roberta y sus circunstancias, si es que realmente las tiene. Escribir es como salpicar la página en blanco con toda la basura/sentimiento que tenemos perforándonos bajo la piel. Roberta suena a liberación, a la purificación de mi yo dormido en las catacumbas de la conciencia que me protege desde hace tanto tiempo.
Si creen que estoy loca, no los culpo. :)
en estos momentos Roberta es mía y no sino apoderarme y tenerla en otras libretitas y me encanta
(y no puedo sino apoderarme de ella y tenerla en otras libretitas y me encanta)
Juan: Seguramente ella estará encantada de que la tengan en libretitas y cuadernos, esperando SER POEMA algún día. ;) Saludos cordiales, y gracias por pasar.
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