Cierro mi propia virtualidad: un castillo de cobre te desnuda.
Sendos, de la mano, quisimos preservar el instinto.
Pero nos estaban golpeando de tal manera, que caímos en el orejón del tarro.
Y casi como en el último vuelo recobramos las ganas de seguir luchando.
No tengo ganas de esta familia, que te lastima sin cuidado.
Hay mejores cosas que seguir llorando.
Preparar la torta, y salir a cantar.
Hoy tenemos invitados. Y es necesario más, más…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario