En cada gesto, palabra o detalle se acurruca un pequeño milagro, incapaz de ser descifrado, salvo para quienes pueden ver más allá de lo cotidiano. Necesitamos personas especiales que puedan darle a la existencia una tonalidad diferente. Necesitamos seres mágicos y encantadores que crean en los sueños. Necesitamos más cuentos, más lectura, más ganas de inventarse mundos paralelos. Tenemos una enorme sed de margaritas atadas al pelo, y por el momento sólo vislumbramos alguna que otra hoja cayendo por el borde de la falda. Extraño la presencia casi ausente de imposibles cuestionadores de la fe. (Es raro extrañar lo que nunca se tuvo, pero te ilusionaba de alguna manera. Es raro extrañar hombres de papel.).
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