hube de cubrirme de violetas
presagiando el momento
el conejo loco se había ido
sólo yo, Alicia,
tomando el té
a las cinco de la tarde
mientras despertaba de mi cuento
Caperucita siempre tan dispersa
nunca olvidó el camino,
la comieron por ahí
los tres chanchitos
y entendí que los rastros de miguitas
a veces no conducen a la casa
de la bruja más malvada
presagiando el momento
el conejo loco se había ido
sólo yo, Alicia,
tomando el té
a las cinco de la tarde
mientras despertaba de mi cuento
Caperucita siempre tan dispersa
nunca olvidó el camino,
la comieron por ahí
los tres chanchitos
y entendí que los rastros de miguitas
a veces no conducen a la casa
de la bruja más malvada
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