Vuelo, miro desde arriba a mi ser imaginario,
quedan amarradas dos locas piernas
y una sonrisa que de tanto usarse,
se le han empezado a borrar las comisuras.
Cuando vivía en la Tierra, hablaba con perros vagabundos,
pero nunca jamás ninguno se dignó a contestarme.
Sin embargo encontraba en ellos una alegría
que me anestesiaba la existencia.
Creo que la gente me miraba perpleja,
y de ser posible me esquivaba
o se cruzaba de vereda.
Me gustaban los sombreros grandes,
exagerados como este poema,
y escribirle a lectores que inventaba
en mis visitas a otras tierras.
Siempre fui un poco revolucionaria,
y un poco más despierta,
pero estaba todo “tan sepultado”
que pensaban que era lenta.
quedan amarradas dos locas piernas
y una sonrisa que de tanto usarse,
se le han empezado a borrar las comisuras.
Cuando vivía en la Tierra, hablaba con perros vagabundos,
pero nunca jamás ninguno se dignó a contestarme.
Sin embargo encontraba en ellos una alegría
que me anestesiaba la existencia.
Creo que la gente me miraba perpleja,
y de ser posible me esquivaba
o se cruzaba de vereda.
Me gustaban los sombreros grandes,
exagerados como este poema,
y escribirle a lectores que inventaba
en mis visitas a otras tierras.
Siempre fui un poco revolucionaria,
y un poco más despierta,
pero estaba todo “tan sepultado”
que pensaban que era lenta.
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