Entendí que, en el orden de las cosas,
podía volver a encontrarme a mi misma. Entendí que reconstruirse es una suma de
factores, una suma de piezas que deben encajar, como si fuese un rompecabezas
que se arma y nunca sabemos cuando termina. Entendí que el estar aquí y ahora,
exige de mi presencia continua, de una mirada mas amable, de un enfoque mas
realista. Entendí que los enemigos externos muchas veces son internos. También estoy
aprendiendo a llenar mis propios huecos, y muchas veces el camino no es fácil. Entendí
que soy una persona valiosa, que merece su propio respeto, y su propio reconocimiento.
Entendí que quienes rompen son los que más compasión merecen. Entendí que tengo
todo para ser yo misma, para seguir avanzando, para no darme por vencida. Porque
la vida es una, es corta y es más alegre de lo que uno imagina. Entendí que el
esfuerzo siempre tiene alguna recompensa. Que batallar no es en vano, que se
empieza tantas veces como se desee y que estamos en este mundo, para dejar algún
pequeño mensaje, y yo quiero que el mismo sea: intento ser mejor persona, aunque
quizás nadie se diera cuenta. Siempre dio lo mejor de sí, siendo colaborativa y
sincera, porque la vida, señores, es un teatro, y nosotros, actores de las
apariencias. Pero cuando nos quitemos la máscara y nos quedemos a oscuras,
quiero que mi reflejo sea el de una persona disfrutando de su paz interna. Quiero
que la gente diga, que ella lo dio todo por hacer de este, un mundo más humano,
mas justo, mas autentico. No espero aplausos ni gritos ni que vociferen mi
nombre, solamente sentirme contenta con mis propios logros, aquellos que quizás
nunca nadie comprenda. Porque mi meta en esta vida es ambiciosa, pero buena. No
quiero que esculpan mi cara en las piedras, solamente que alguna persona me
recuerde como trabajadora y dispuesta. Porque la vida es un barco, y yo espero
convertirme en uno de sus mejores puertos. Continuara…
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