No puedo continuar con la vida. No, no puedo.
Cargada de tristeza, necesito rebelarme a la edad
de los juguetes y buscar debajo de la cama
el pedazo de ternura que alguien me robo.
Tan inocente me quedo mirando
como las máscaras de sal filtran sus manos
en un baile que extrañamente no me incumbe.
Me siento otra, mi yo se ha ido para siempre,
y queda el cuerpo colgado de su propia soledad.
Pasen y vean. Ella estuvo aquí, hace tanto tiempo.
Ahora ni lágrimas la recuerdan.
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2 comentarios:
Hola Isabel. No estoy tan de acuerdo contigo. A veces uno no tiene la dimensión del lugar que ocupa, ni tampoco en quienes. Siempre me pareció que debes continuar tus textos, ampliándolos, dejándolos macerar, hacer que se vuelvan duros y que sobre todo te representen. Se nota que podes hacerlo, se nota también que te tomas tus vacaciones, como estas últimas. Ojalá pudieras seguir escribiendo, ya no como un ejercicio que te libere de nada, sino escribir como obra. Sino para qué? Ojalá puedas con lo textual y ojalá también puedas verte desde otros lugares, desde esos en que ya no importa la mirada de nadie sino la tuya propia impulsando tus tiempos, tu alegría, tus inventos...
Un abrazo.
y queda el cuerpo colgado de su propia soledad
beso
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