No puedo continuar con la vida. No, no puedo.
Cargada de tristeza, necesito rebelarme a la edad
de los juguetes y buscar debajo de la cama
el pedazo de ternura que alguien me robo.
Tan inocente me quedo mirando
como las máscaras de sal filtran sus manos
en un baile que extrañamente no me incumbe.
Me siento otra, mi yo se ha ido para siempre,
y queda el cuerpo colgado de su propia soledad.
Pasen y vean. Ella estuvo aquí, hace tanto tiempo.
Ahora ni lágrimas la recuerdan.
sábado, mayo 09, 2009
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