viernes, mayo 25, 2007

pequeñeces

hay una tristeza del color de las rosas,
una mañana llorando en los rincones
y una mujer de luto por todos los espacios

Peleas cotidianas

Nuestra pequeña casa encierra una mística de manos, un dulzón amargo que recuerda besos que ya se perdieron. Nuestra casa sabe de rencores agenciados en medio de la noche cuando nadie piensa en nosotros, que como dos extraños nos miramos.

¿Alguien sabe de tus palabras atravesando mi alma o de mis puños crispados en dirección opuesta a la tuya? ¿Alguien sabe que en nuestra casa el dolor es un perfume persistente que nos está matando? No, tal vez nadie haya leído el destino que tejían nuestras primeras citas, nuestros primeros abrazos bajo el sol de mayo.

Y ahora te escribo desde nuestra casa, viendo como colecciono ausencias y torpezas detrás de mis pestañas cansadas de buscarte y un color chiquito danza en la monotonía del cuarto, en la memoria silente de quien espera en vano.

Sabes, nuestra pequeña casa se ha vuelto desértica y ya no quedan ganas de seguir llorando.

domingo, mayo 13, 2007

Yo quiero regalarte una flor


Yo quiero regalarte una flor,
dejarla caer sobre tu pelo,
para que vuele sola,
para que entienda el vuelo
y luego como si nada,
seguir jugando
mientras tu risa,
otaria y silenciosa,
se pega
al polvo de la casa,
a la bruma que corre
entre los dedos
y escala,
entre cajones de colores,
versos inventados
por el viento

sábado, mayo 05, 2007

A la mujer que acosa por Internet

no te voy a mentir
tu recuerdo me escarcha en medio de la selva
mientras el recorrido de tu sola voz
parece un perro muerto
muriéndose de amor
en el silencio más profundo

ahí donde tus gritos no llegan
en donde tu alma al igual
que un tajo mal abierto
sangra desde lo más inmundo

su veneno de mujer olvidada

ahí lejos está tu lugar
en el espejo de las sombras
y ahí deberías quedarte
ya que tus mensajes apestan

En el país de los sueños

hube de cubrirme de violetas
presagiando el momento
el conejo loco se había ido
sólo yo, Alicia,
tomando el té
a las cinco de la tarde
mientras despertaba de mi cuento

Caperucita siempre tan dispersa
nunca olvidó el camino,
la comieron por ahí
los tres chanchitos

y entendí que los rastros de miguitas
a veces no conducen a la casa
de la bruja más malvada

viernes, mayo 04, 2007

Estas ganas de vivir

este reposo contra lo que ahoga,
estas ganas de vivir que arrastran,
este irse, este venir pero este seguir existiendo,
resistir a la oscuridad que me asola,
adormecerme en lo más frágil del poema,

soy yo de nuevo:

milagros cantándome desde donde rompe el alma
para seguir viviendo desde la tristeza
para jugar a los muñecos con las palabras
para sentarme en tu regazo

mientras la sonrisa de tus manos
me atrapa

es que no ves
¡me caigo!
pero tengo que volver desde
la nostalgia más profunda

expandirme como un globo
decirle a mi depresión constante:
¿no ves que en esta casa
ya nadie te quiere?


La envidia

 Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...